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martes, 3 de enero de 2012

NADA NUEVO BAJO EL SOL



ECLESIASTÉS

CAPITULO I

Nada nuevo bajo el sol

1:8.- Lo que fue, eso mismo será;
lo que se hizo, eso mismo se hará:
¡no hay nada nuevo bajo el sol!
 1:9.- 10 Si hay algo de lo que dicen:
"Mira, esto sí que es algo nuevo",
en realidad, eso mismo ya existió
muchísimo antes que nosotros.


A fines de abril de 1944 mediante un Decreto firmado por el Presidente Farrell procedió a suspender por cinco días la edición del diario La Prensa. (del 11 de marzo de 1944 al 8 de octubre de 1945 J.D.Perón se desempeñó como Ministro de Guerra).  No se conocían los bloqueos con camiones en esa época, ni se hacían procedimientos multitudinarios por medio de agentes del fisco.

El 28 de febrero de 1946, el Presidente Farrell –tres meses antes que JD Perón asumiera como presidente- firmó un Decreto por el cual se declaraba comprendido en la ley de represión del agio el papel para diarios.   Un artículo de esta Ley de Represión del Agio determinada como de “utilidad pública y sujetos a expropiación las mercaderías y productos referidos”.  La introducción por Decreto del papel para diarios dentro de las mercaderías y productos sujetos a expropiación, permitió obligar a los diarios –y puntualmente a La Prensa- a entregar el excedente de papel para diarios a la Subsecretaría de Informaciones para que dicho organismo estatal procediera a prorratear dicho excedente de papel entre las empresas que carecían del mismo.  Así, y en este contexto, el ya Presidente Perón habría dicho “O salen todos los diarios, o ninguno”

El 5 de julio de 1947 –a un año de iniciada la presidencia del Gral. Perón- el diputado Visca presentó un proyecto legislativo para reducir las páginas de los diarios, mientras subsista la escasez de papel, medida que justamente iba del brazo de una Resolución del Banco Central suspendiendo el otorgamiento de permisos de cambio para la importación de bobinas de papel.  Es decir, por un lado se limitaba la cantidad de páginas de impresión de los diarios –con un claro destinatario-, y por el otro, se limitaba la cantidad de permisos de importación de papel.

A partir de octubre de 1948 se determinó que el diario La Prensa debía reducir la impresión de su diario de 30 páginas a 16, casi la mitad matemática.   Esta medida también afectó a La Nación.  No a los diarios que tenían una cantidad de páginas menor a la de estos diarios, los cuales justamente eran los más importantes e influyentes en ese momento.

Una cláusula de la limitación en cuestión refería expresamente que “a los efectos de la limitación de páginas dispuestas, no se tendría en cuenta los espacios destinados a noticias, comunicaciones, gráficos y fotografías provenientes de organismos del Estado”.   Es decir, no se tenía en cuenta para evaluar la cantidad de páginas de los diarios a aquella publicidad, pauta o información proveniente del propio Estado.

El 7 de marzo de 1947 el Presidente Perón en el teatro Colón, en un acto organizado por la CGT, dijo “Hay algunos diarios que sistemáticamente combaten todas nuestras medidas. Son los que dicen que los teléfonos andan mal porque ahora son argentinos y que antes andaban bien porque los manejaban los extranjeros.  Pero ya se sabe por qué dicen eso, porque frente a ese artículo leemos el aviso que lo paga.  ¿Cómo debemos combatirlos?  Con inteligencia, no con violencia.  Hay que persuadir a los compañeros para que no los compren.  A los diarios que mienten no hay que comprarlos ni poner avisos en sus páginas”.   Claro está que si bien no hablaba de una línea aérea de bandera nacional, si tenía como excusa y argumento principal “la mentira en la información”.    A los pocos días se pudieron ver pegados en las calles carteles que decían “No comprar La Prensa.  No avisar en La Prensa”.

La Subsecretaría de Informaciones –el Sr. Guillermo Moreno no había nacido por entonces así que nada se le puede atribuir a él, y por otra parte tampoco habían nacido los Señores José Luis Manzano y Daniel Vila- por medio de la cadena oficial distribuyó el siguiente comunicado: “El diario La Prensa, coloquial en sus aspiraciones y antiargentino en su inspiración, resume su doctrina en pocas palabras: defensa del privilegio a todo trance; negación de los derechos legítimos del pueblo; política enderezada hacia la entrega del patrimonio argentino a intereses extraños”.

De más está decir que la oposición política hizo causa común con La Prensa tratando de defenderlo ante el ataque oficial.

Tampoco estuvo ajeno el Poder Judicial a los avatares de la época. A fines de febrero de 1948 un Fallo judicial (previo dictámen del Productor del Tesoro, Aduana y Ministerio de Hacienda, todos estos organismos dependientes del Poder Ejecutivo) determinó que tanto La Nación como La Prensa debían pagar los derechos aduaneros correspondientes al papel utilizado para la impresión de los avisos publicados en sus ediciones desde 1939 hasta la fecha del Fallo, 1949.  Como se puede apreciar, no se eliminó un rubro (59) de su impresión, sino que directamente se procedió a cobrar derechos aduaneros por utilización de papel para la publicación de avisos.   En estos días, los embates judiciales no son directamente por cuestiones aduaneras, sino más bien personales por ADN, juicios públicos a sus directores por medio de organizaciones afines, allanamientos con gendarmes a empresas del grupo, agentes fiscales, etc. 

Ya en 1949 se formó una Comisión Bicameral Investigadora de Actividades Antiargentinas, que obviamente nada que ver con el actual Instituto Nacional de Revisionismos Histórico Argentino e Iberoamericano, donde incluso el diputado Frondizi exhibió ejemplares de diarios extranjeros que acusaban al Gobierno Nacional de graves violaciones al derecho de libertad de opinión y prensa.  De más está decir, que esta comisión ordenó el cierre de varios diarios, entre ellos El intransigente, Nueva Provincia, La Hora, Orientación, etc..

Esta Comisión también propuso reglamentar el funcionamiento y controlar sus fuentes de ingreso (no existía la figura del Director impuesto por el Estado).

Como no se obtuvieron los resultados buscados, jugando más fuerte aún, directamente se concretó la creación de una Comisión para estudiar puntualmente la situación del diario La Prensa.

Ya en esta escalada, en marzo de 1950 el Ministerio de Hacienda eliminó a La Prensa del Registro Nacional de Importadores para evitar que pudiera montar una nueva rotativa para imprimir el diario, al que incluso se le había nombrado un administrador, Sr. Manuel Constenla (llamativamente no fue el mismo interventor de Cablevisión)

Se generaron numerosos conflictos gremiales que incluso llevaron a que los talleres de La Prensa el día 25 de enero de 1951 fueran rodeados por grupos armados impidiendo que la edición del día 26 de enero del mismo año pudiera salir a las calles.  Esta situación ya sin freno y desmadrada incluso originó fuertes y violentos enfrentamientos en las puertas de los talleres, con incluso una víctima fatal (Roberto Nuñez, obrero de expedición de La Prensa)

Pocos días después, el 16 de marzo de 1951, sin frenos ni inhibiciones políticas de ninguna naturaleza, el diputado Colom en un debate parlamentario directamente hizo pública su opinión de que era necesario expropiar el diario La Prensa.  Ni lerda ni perezosa, cual Congreso actual en frenética actividad nocturna, la Cámara Baja (Diputados) el 11 de abril de 1951 procedió a aprobar la expropiación de La Prensa.   Veinte días después, el director del diario Alberto Gainza Paz, debió huir del país ante la persecución policial.

El Gobierno de turno, ofreció al periodista Martiniano Passo la dirección del diario expropiado, La Prensa, la cual fue impresa con otra línea y dirección editorial.

En 1956, después de derrocado el Gobierno del Gral. Perón, el diario La Prensa fue devuelto a sus dueños.

Esta rápida reseña histórica del diario La Prensa, el cual en los años en cuestión tenía la importancia, y ponderación que actualmente tiene el diario Clarín, parece querer reescribirse nuevamente, con actores, circunstancias y nombres diferentes, pero con la misma finalidad y obsesión

Pareciera ser que poco podemos aprender de nuestra propia historia, y que cuando nos muestran que el camino es profundizar un modelo, eso no es más que cavar en los hechos del pasado para intentar de alguna forma volver a reinstalarlos, sin importar sin pueden ser provechosos para nuestro porvenir o justamente todo lo contrario.


Fuente: Historia del Peronismo. Hugo Gambini; Diarios de la época; y la propia web.

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